Lutero se estrelló al intentar atraerse al teólogo holandés.
LAS IDEAS DE LUTERO Iban a suscitar reacciones de todo tipo. Entre los críticos destacó el rey de Inglaterra, Enrique VIII. Por su tratado contra la nueva herejía, el papa le concedió el título de Defensor de la Fe, aún utilizado por los soberanos británicos. Erasmo, el prestigioso humanista, también se encontraba entre los que no comulgaban con el alemán. Ambos iban a protagonizar una jugosa polémica. Lutero intentó atraerlo para su causa. Ante la imposibilidad de convertirlo en uno de sus partidarios, le pidió que, al menos, se mantuviera neutral ante la Reforma. Si Erasmo no le atacaba, él haría lo mismo.
LA PAZ NO FUE POSIBLE Tenían ambos personalidades demasiado distintas como para llegar a un entendimiento. Mientras el de Rotterdam era un cristiano sincero pero no apasionado, el del Wittenber vivía sus creencias religiosas de una manera muy emocional. La ruptura se precipitó debido a la existencia de dos visiones inconciliables acerca de la libertad humana. Erasmo la defendió en Sobre el libre albedrío (1524). Lutero replicó, airadamente, un año después con su obra Sobre el siervo albedrío. Estaba convencido de que el ser humano es incapaz, por sí mismo, tanto de obrar el bien como el mal.
Imagen extraída de: https://diplomatizzando.blogspot.com/2018/02/erasmo-vs-lutero-o-humanista-contra-o.html
Lutero (1483-1546)
Pocos personajes históricos han suscitado valoraciones tan
opuestas. Inmensamente valorado y exaltado, casi canonizado por sus
partidarios, ha sido visto por los católicos y otros enemigos, como el depósito
de todas las maldades y los vicios. Fue un predicador de gran éxito y sobre
todo un escritor de pluma fácil y brillante. Nació en Eisleben, localidad
perteneciente a la Sajonia electoral. Formado con los Hermanos de la Vida Común
en Magdeburgo y en el nominalismo de la universidad de Erfurt, ingresó en la
orden de San Agustín. Posteriormente, se doctoró en teología en la universidad
de Wittemberg. Nominalismo y agustinismo son esenciales para entender su
pensamiento. Aquél, por su separación radical entre el conocimiento adquirido
por la razón y el derivado de la teología; el agustinismo por su desconfianza
maniquea en el hombre, su libertad, capacidades y méritos frente a la
omnipotencia de la gracia divina. La materia que enseñaba en la universidad era
la biblia, lo que le familiarizó profundamente con la escritura y atrajo su
atención por las cartas de San Pablo, que le ratificaron en la idea de la
nulidad de las obras humanas frente a la acción salvadora de la gracia de Dios.
Un último elemento ya aludido, era su creencia milenarista en la cercanía del
fin del mundo.
Inicialmente su lucha fue contra la escolástica, por lo que
bien pudiera haber quedado reducida a una de tantas disputas académicas entre escuelas
de no haber sido por la enorme trascendencia y publicidad que tuvieron sus
opiniones y las reacciones que provocaron. La repercusión inesperada de sus 95
tesis acerca de las indulgencias (1517) fue el impulso inicial, posteriormente
alimentado por nuevos rechazos, que le hizo seguir adelante hasta crear toda
una nueva forma de entender la fe y la religión. En sus célebres tesis partía
de su concepto de la salvación del hombre por la fe, en virtud de los méritos
de Cristo en la cruz, y criticaba el engaño que se hacía a los fieles con las
indulgencias, dada la incapacidad de la jerarquía para borrar las penas del
Purgatorio,
La imprenta, el nuevo y revolucionario medio de aquellos
tiempos, lo difundió ampliamente en pocas semanas. Preocupado ante la
inesperada repercusión Lutero redactó entonces sendos escritos en alemán y en
latín, en los que expresaba su sumisión a la iglesia de Roma, e insistía en el
carácter de disputa académica de sus tesis y expresaba su rechazo a ser
considerado hereje. Fueron las circunstancias las que dieron al asunto una
trascendencia que no buscaba Lutero. Frente a la reacción en su contra, Lutero
se reafirmó y desarrolló sus doctrinas, sorprendido por la facilidad con la que
calaban en amplios sectores de la sociedad alemana. La bula Exurge domine (1520) condenada como
heréticas sus proposiciones y sus libros a la quema. En 1521 la bula Decet romanum pontificen excomulgó a
Lutero, declarándole hereje. Su enfrentamiento con la iglesia era cada vez
mayor. Durante algunos años, no obstante, hubo posibilidades de arreglo y
concordia, y gentes como el emperador Carlos V o el teólogo Philipp
Melanchthon, entre los seguidores de Lutero, estuvieron dispuestas a
importantes cesiones para conseguirlo. Pero todas se vieron frustradas por las
circunstancias y entre ellas, los intereses de numerosos príncipes, señores
territoriales y ciudades soberanas del imperio, que veían en la Reforma una
oportunidad para frenar el incremento del poder del emperador y aumentar el
propio. Franceses, turcos y protestantes fueron los enemigos intestinos del
emperador Carlos V. La necesidad de hacer frente a estos tres enemigos hizo que
la política de Carlos V variara de objetivos y escenarios, respondiendo a las
necesidades de cada momento, como a los movimientos de sus enemigos. Con los
protestantes el enfrentamiento armado fue tardío, antes hubo una serie de años
en los que desacuerdos en materia religiosa trataron de resolverse en reuniones
de la Dieta Imperial. La primera de ellas fue la de Worms (1521), a la que
Lutero acudió con la salvaguardia de un pasaporte imperial que garantizaba su
seguridad, y que acabó con la prescripción de Lutero y su doctrina. La dieta de
Spira (1526), demostró la dificultad de resolver las divergencias. La década
terminaría con una nueva dieta, la de Agsburgo, (1530), que fue tal vez la
ocasión en que estuvo más cerca el acuerdo. La Dieta tuvo una consecuencia muy
importante: la confesión augustana,
elaborada por Melanchthon que habría de ser uno de los textos básicos del luteranismo.
Fracasadas las perspectivas de entendimiento y sin que el Papa se decidiera a
convocar un concilio, ambos sectores se reafirmaron en sus posturas. Los
príncipes y las ciudades reformados constituyeron una alianza militar
defensiva, la Liga de Esmalcalda (1531) promovida por Felipe de Hesse y el
duque elector de Sajonia, que sería en el futuro la interlocutora de Francisco
I para las alianzas contra el emperador. Finalmente llegó el enfrentamiento
armado contra la Smalkalda. La batalla decisiva fue la de Mülhberg (24/04/1547)
en la que las tropas imperiales y con la presencia del mismo emperador
infligieron a sus enemigos una severa derrota. El éxito no se tradujo sin
embargo en cambios sustanciales.
La reunión de un concilio, que muchos esperaban como la gran
oportunidad para el entendimiento, se fue retrasando y cuando al final se hizo,
era ya demasiado tiempo para superar la ruptura. El propio Lutero, tan
interesado en él al principio, se definió clara y violentamente en su contra
con la obra Acerca de los concilios y la
iglesia. En fin, los papas tampoco estuvieron a la altura y tardaron en
darse cuenta de la importancia de lo que estaba en juego. Las opciones de
llegar a un acuerdo estuvieron más en el imperio que en la relación con el
papado, siempre excesivamente rígido y condenador. Para Carlos V, la resolución
del conflicto creado era una cuestión decisiva para la paz en sus territorios
alemanes. Por ello, resultó de enorme importancia la Dieta de Worms de 1521 a
la que asistió Lutero, ya declarado hereje, con el aval de un salvoconducto del
emperador y con el respaldo de las numerosas manifestaciones de entusiasmo que
recibió durante su viaje. El resultado fue su condena por el emperador y su
proscripción en el ámbito del imperio.
Obra de Lutero
Buena parte del éxito de la Reforma se debe a la fuerza e
importancia de los escritos de Lutero, autor de una obra ingente y variada,
poco sistemática pero de gran calidad. Uno de sus mayores méritos fue el de
dirigirse no solo a los cultos sino también a la gente común, para lo que,
además del latín, utilizó la lengua alemana. En su Tratado sobre el papado de Roma expone su creencia en una iglesia
sin jerarquías, una comunidad de creyentes en Cristo, única cabeza y basada en
el primado exclusivo de la sagrada escritura, lo que implica la supresión del
pontificado. El ataque más virulento a la iglesia de Roma lo reservaba para el
tercero de sus libros, La cautividad
babilónica de la iglesia, en el que manifiesta su doctrina sobre los
sacramentos, que considera meros signos salvíficos y reduce de siete a dos, los
únicos establecidos por Cristo: el bautismo y la eucaristía. La iglesia
defiende la presencia real de Cristo en la eucaristía mediante la teoría de la
transustanciación, Lutero defiende la presencia simultánea tanto de las
sustancias originales (pan y vino), como del cuerpo y la sangre de Cristo.
Dicha teoría se conoce como consustanciación, uno de los pilares fuertes de la
doctrina reformada. Lutero considera además que el sacrificio de la Cruz se
hizo una única y exclusiva vez, por lo que se opone a la idea de la misa como
repetición incesante del mismo, tal como proponía la iglesia.
Otras dos obras importantes de estos primeros tiempos
elaboradas en los meses que estuvo refugiado en el castillo de Wartburg, son la
traducción del Nuevo Testamento al alemán y el tratado Sobre los votos monásticos. Su escrito De servo arbitrio en el que respondía a Erasmo, supuso el abandono
de numerosos humanistas, incapaces de conciliar la centralidad de su creencia
en el ser humano con la antropología pesimista de Lutero. De toda su obra
posterior destaca su trabajo más querido, la edición completa de la Biblia en
alemán (1533), que alcanzó gran difusión y éxito editorial.
Aportacion doctrinal de Lutero
La aportación doctrinal de Lutero suponía una simplificación
de la creencia y la práctica religiosa y otorgaba a los fieles no solo unos
textos de fácil acceso, al estar escritos en su lengua vernácula, sino también
una liberación de las frecuentes angustias anteriores respecto a la salvación
del alma. El hecho decisivo para la implantación de la Reforma fue la actitud
de los príncipes y gobernantes civiles. La sistematización de las doctrinas de
Lutero, debe mucho a la lealtad y capacidad del humanista Philipp Melanchthon.
Las principales afirmaciones de Lutero responden a una lógica
bastante coherente. Las dos básicas son: la salvación solo por la fe, en virtud
de los méritos de Cristo en la ocasión única e irrepetible de la Cruz; y el
primado exclusivo de la Sagrada Escritura, única fuente de la fe. De ellas, se
desprenden otras, como la centralidad de Cristo y la desaparición de las
mediaciones de la Virgen o los santos; el sacerdocio universal (con la
supresión de jerarquías, votos monásticos…); la supresión de la misa entendida
como repetición del sacrificio de la Cruz; la reducción de los sacramentos a
los únicos que él considera instaurados por Cristo; la eliminación de la
tradición como fuente de la fe, o la teoría de la consustanciación sobre la presencia
de Cristo en la Eucaristía.
Sus planteamientos implicaban también la inexistencia de una
iglesia visible, pues solo existiría la invisible o espiritual, formada por la
comunidad de los creyentes y sin jerarquías. Por ello, Lutero no se dio cuenta
de la necesidad de aportar una mínima organización a su iglesia. Su
eclesiología, poco coherente, es tardía y escasamente desarrollada. Así mismo,
establece una especie de nuevo clero, los pastores o ministros del sacramento y
la palabra, que podían casarse, y reintroduce la organización eclesiástica
sustentada en diócesis. Las iglesias luteranas tienen un carácter eminentemente
nacional. El poder civil asumía la jurisdicción eclesiástica y reproducía
métodos de control similares a los de las inquisiciones católicas.
Bibliografía:
Floristán, A. (2015): Historia Moderna Universal, Ariel, Madrid.
Ribot, L. (2017): La Edad Moderna (siglos XV-XVIII), Marcial Pons, Madrid.
Goetz, W. (dir.) (1969): " Tomo V: La revolución religiosa, la era de la Reforma y la Contrarreforma" en Historia Universal, Espasa-Calpe, Madrid.
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