domingo, 29 de diciembre de 2019

Erasmo Vs Lutero (segunda parte) y figura de Lutero

Lutero se estrelló al intentar atraerse al teólogo holandés.


LAS IDEAS DE LUTERO Iban a suscitar reacciones de todo tipo. Entre los críticos destacó el rey de Inglaterra, Enrique VIII. Por su tratado contra la nueva herejía, el papa le concedió el título de Defensor de la Fe, aún utilizado por los soberanos británicos. Erasmo, el prestigioso humanista, también se encontraba entre los que no comulgaban con el alemán. Ambos iban a protagonizar una jugosa polémica. Lutero intentó atraerlo para su causa. Ante la imposibilidad de convertirlo en uno de sus partidarios, le pidió que, al menos, se mantuviera neutral ante la Reforma. Si Erasmo no le atacaba, él haría lo mismo.

LA PAZ NO FUE POSIBLE Tenían ambos personalidades demasiado distintas como para llegar a un entendimiento. Mientras el de Rotterdam era un cristiano sincero pero no apasionado, el del Wittenber vivía sus creencias religiosas de una manera muy emocional. La ruptura se precipitó debido a la existencia de dos visiones inconciliables acerca de la libertad humana. Erasmo la defendió en Sobre el libre albedrío (1524). Lutero replicó, airadamente, un año después con su obra Sobre el siervo albedrío. Estaba convencido de que el ser humano es incapaz, por sí mismo, tanto de obrar el bien como el mal.

Imagen extraída de: https://diplomatizzando.blogspot.com/2018/02/erasmo-vs-lutero-o-humanista-contra-o.html



Lutero (1483-1546)

Pocos personajes históricos han suscitado valoraciones tan opuestas. Inmensamente valorado y exaltado, casi canonizado por sus partidarios, ha sido visto por los católicos y otros enemigos, como el depósito de todas las maldades y los vicios. Fue un predicador de gran éxito y sobre todo un escritor de pluma fácil y brillante. Nació en Eisleben, localidad perteneciente a la Sajonia electoral. Formado con los Hermanos de la Vida Común en Magdeburgo y en el nominalismo de la universidad de Erfurt, ingresó en la orden de San Agustín. Posteriormente, se doctoró en teología en la universidad de Wittemberg. Nominalismo y agustinismo son esenciales para entender su pensamiento. Aquél, por su separación radical entre el conocimiento adquirido por la razón y el derivado de la teología; el agustinismo por su desconfianza maniquea en el hombre, su libertad, capacidades y méritos frente a la omnipotencia de la gracia divina. La materia que enseñaba en la universidad era la biblia, lo que le familiarizó profundamente con la escritura y atrajo su atención por las cartas de San Pablo, que le ratificaron en la idea de la nulidad de las obras humanas frente a la acción salvadora de la gracia de Dios. Un último elemento ya aludido, era su creencia milenarista en la cercanía del fin del mundo.

Inicialmente su lucha fue contra la escolástica, por lo que bien pudiera haber quedado reducida a una de tantas disputas académicas entre escuelas de no haber sido por la enorme trascendencia y publicidad que tuvieron sus opiniones y las reacciones que provocaron. La repercusión inesperada de sus 95 tesis acerca de las indulgencias (1517) fue el impulso inicial, posteriormente alimentado por nuevos rechazos, que le hizo seguir adelante hasta crear toda una nueva forma de entender la fe y la religión. En sus célebres tesis partía de su concepto de la salvación del hombre por la fe, en virtud de los méritos de Cristo en la cruz, y criticaba el engaño que se hacía a los fieles con las indulgencias, dada la incapacidad de la jerarquía para borrar las penas del Purgatorio,

La imprenta, el nuevo y revolucionario medio de aquellos tiempos, lo difundió ampliamente en pocas semanas. Preocupado ante la inesperada repercusión Lutero redactó entonces sendos escritos en alemán y en latín, en los que expresaba su sumisión a la iglesia de Roma, e insistía en el carácter de disputa académica de sus tesis y expresaba su rechazo a ser considerado hereje. Fueron las circunstancias las que dieron al asunto una trascendencia que no buscaba Lutero. Frente a la reacción en su contra, Lutero se reafirmó y desarrolló sus doctrinas, sorprendido por la facilidad con la que calaban en amplios sectores de la sociedad alemana. La bula Exurge domine (1520) condenada como heréticas sus proposiciones y sus libros a la quema. En 1521 la bula Decet romanum pontificen excomulgó a Lutero, declarándole hereje. Su enfrentamiento con la iglesia era cada vez mayor. Durante algunos años, no obstante, hubo posibilidades de arreglo y concordia, y gentes como el emperador Carlos V o el teólogo Philipp Melanchthon, entre los seguidores de Lutero, estuvieron dispuestas a importantes cesiones para conseguirlo. Pero todas se vieron frustradas por las circunstancias y entre ellas, los intereses de numerosos príncipes, señores territoriales y ciudades soberanas del imperio, que veían en la Reforma una oportunidad para frenar el incremento del poder del emperador y aumentar el propio. Franceses, turcos y protestantes fueron los enemigos intestinos del emperador Carlos V. La necesidad de hacer frente a estos tres enemigos hizo que la política de Carlos V variara de objetivos y escenarios, respondiendo a las necesidades de cada momento, como a los movimientos de sus enemigos. Con los protestantes el enfrentamiento armado fue tardío, antes hubo una serie de años en los que desacuerdos en materia religiosa trataron de resolverse en reuniones de la Dieta Imperial. La primera de ellas fue la de Worms (1521), a la que Lutero acudió con la salvaguardia de un pasaporte imperial que garantizaba su seguridad, y que acabó con la prescripción de Lutero y su doctrina. La dieta de Spira (1526), demostró la dificultad de resolver las divergencias. La década terminaría con una nueva dieta, la de Agsburgo, (1530), que fue tal vez la ocasión en que estuvo más cerca el acuerdo. La Dieta tuvo una consecuencia muy importante: la confesión  augustana, elaborada por Melanchthon que habría de ser uno de los textos básicos del luteranismo. Fracasadas las perspectivas de entendimiento y sin que el Papa se decidiera a convocar un concilio, ambos sectores se reafirmaron en sus posturas. Los príncipes y las ciudades reformados constituyeron una alianza militar defensiva, la Liga de Esmalcalda (1531) promovida por Felipe de Hesse y el duque elector de Sajonia, que sería en el futuro la interlocutora de Francisco I para las alianzas contra el emperador. Finalmente llegó el enfrentamiento armado contra la Smalkalda. La batalla decisiva fue la de Mülhberg (24/04/1547) en la que las tropas imperiales y con la presencia del mismo emperador infligieron a sus enemigos una severa derrota. El éxito no se tradujo sin embargo en cambios sustanciales.

La reunión de un concilio, que muchos esperaban como la gran oportunidad para el entendimiento, se fue retrasando y cuando al final se hizo, era ya demasiado tiempo para superar la ruptura. El propio Lutero, tan interesado en él al principio, se definió clara y violentamente en su contra con la obra Acerca de los concilios y la iglesia. En fin, los papas tampoco estuvieron a la altura y tardaron en darse cuenta de la importancia de lo que estaba en juego. Las opciones de llegar a un acuerdo estuvieron más en el imperio que en la relación con el papado, siempre excesivamente rígido y condenador. Para Carlos V, la resolución del conflicto creado era una cuestión decisiva para la paz en sus territorios alemanes. Por ello, resultó de enorme importancia la Dieta de Worms de 1521 a la que asistió Lutero, ya declarado hereje, con el aval de un salvoconducto del emperador y con el respaldo de las numerosas manifestaciones de entusiasmo que recibió durante su viaje. El resultado fue su condena por el emperador y su proscripción en el ámbito del imperio.

Obra de Lutero

Buena parte del éxito de la Reforma se debe a la fuerza e importancia de los escritos de Lutero, autor de una obra ingente y variada, poco sistemática pero de gran calidad. Uno de sus mayores méritos fue el de dirigirse no solo a los cultos sino también a la gente común, para lo que, además del latín, utilizó la lengua alemana. En su Tratado sobre el papado de Roma expone su creencia en una iglesia sin jerarquías, una comunidad de creyentes en Cristo, única cabeza y basada en el primado exclusivo de la sagrada escritura, lo que implica la supresión del pontificado. El ataque más virulento a la iglesia de Roma lo reservaba para el tercero de sus libros, La cautividad babilónica de la iglesia, en el que manifiesta su doctrina sobre los sacramentos, que considera meros signos salvíficos y reduce de siete a dos, los únicos establecidos por Cristo: el bautismo y la eucaristía. La iglesia defiende la presencia real de Cristo en la eucaristía mediante la teoría de la transustanciación, Lutero defiende la presencia simultánea tanto de las sustancias originales (pan y vino), como del cuerpo y la sangre de Cristo. Dicha teoría se conoce como consustanciación, uno de los pilares fuertes de la doctrina reformada. Lutero considera además que el sacrificio de la Cruz se hizo una única y exclusiva vez, por lo que se opone a la idea de la misa como repetición incesante del mismo, tal como proponía la iglesia.

Otras dos obras importantes de estos primeros tiempos elaboradas en los meses que estuvo refugiado en el castillo de Wartburg, son la traducción del Nuevo Testamento al alemán y el tratado Sobre los votos monásticos. Su escrito De servo arbitrio en el que respondía a Erasmo, supuso el abandono de numerosos humanistas, incapaces de conciliar la centralidad de su creencia en el ser humano con la antropología pesimista de Lutero. De toda su obra posterior destaca su trabajo más querido, la edición completa de la Biblia en alemán (1533), que alcanzó gran difusión y éxito editorial.

Aportacion doctrinal de Lutero

La aportación doctrinal de Lutero suponía una simplificación de la creencia y la práctica religiosa y otorgaba a los fieles no solo unos textos de fácil acceso, al estar escritos en su lengua vernácula, sino también una liberación de las frecuentes angustias anteriores respecto a la salvación del alma. El hecho decisivo para la implantación de la Reforma fue la actitud de los príncipes y gobernantes civiles. La sistematización de las doctrinas de Lutero, debe mucho a la lealtad y capacidad del humanista Philipp Melanchthon.

Las principales afirmaciones de Lutero responden a una lógica bastante coherente. Las dos básicas son: la salvación solo por la fe, en virtud de los méritos de Cristo en la ocasión única e irrepetible de la Cruz; y el primado exclusivo de la Sagrada Escritura, única fuente de la fe. De ellas, se desprenden otras, como la centralidad de Cristo y la desaparición de las mediaciones de la Virgen o los santos; el sacerdocio universal (con la supresión de jerarquías, votos monásticos…); la supresión de la misa entendida como repetición del sacrificio de la Cruz; la reducción de los sacramentos a los únicos que él considera instaurados por Cristo; la eliminación de la tradición como fuente de la fe, o la teoría de la consustanciación sobre la presencia de Cristo en la Eucaristía.

Sus planteamientos implicaban también la inexistencia de una iglesia visible, pues solo existiría la invisible o espiritual, formada por la comunidad de los creyentes y sin jerarquías. Por ello, Lutero no se dio cuenta de la necesidad de aportar una mínima organización a su iglesia. Su eclesiología, poco coherente, es tardía y escasamente desarrollada. Así mismo, establece una especie de nuevo clero, los pastores o ministros del sacramento y la palabra, que podían casarse, y reintroduce la organización eclesiástica sustentada en diócesis. Las iglesias luteranas tienen un carácter eminentemente nacional. El poder civil asumía la jurisdicción eclesiástica y reproducía métodos de control similares a los de las inquisiciones católicas.

Bibliografía:
Floristán, A. (2015): Historia Moderna Universal, Ariel, Madrid.
Ribot, L. (2017): La Edad Moderna (siglos XV-XVIII), Marcial Pons, Madrid.
Goetz, W. (dir.) (1969): " Tomo V: La revolución religiosa, la era de la Reforma y la Contrarreforma" en Historia Universal, Espasa-Calpe, Madrid.


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