El Renacimiento cultural italiano se va extendiendo al resto
de Europa vinculado a círculos eclesiásticos, impresores, artistas,
universitarios y eruditos. Cabe destacar la importancia de las monarquías y sus
cortes, que estuvieron interesadas en el movimiento. En España la influencia
del humanismo italiano se detecta a lo largo del 400. La figura más destacada
es Antonio de Nebrija, catedrático de retórica en Salamanca, de donde se
trasladó a la recientemente inaugurada universidad de Alcalá. Entre sus obras
destaca la “Gramática Castellana”. En la misma España y en el marco renovador
de la universidad de Alcalá, confluye un equipo de eruditos para el proyecto
cisneriano de una Biblia Polígota en
sus lenguas originales: latín, griego, hebrero y arameo.
En la monarquía de Francia, el humanismo cristalizó en dos
figuras principales: Lefevre d´Etaples y Budè. En Inglaterra destacan los
humanistas Colet y Tomás Moro (Utopía).
La historiografía tradicional ha venido señalando la
existencia de dos renacimientos humanistas: el italiano, más paganizante, y
otro nórdico, vinculado con las figuras de Erasmo y Vives. El modelo del
humanista del norte es Desiderio Erasmo de Roterdam, canónigo de San Agustín.
Estudió en París y en Oxford, y viajó por una Europa sin fronteras. Entre las
obras de Erasmo destacan: Los Adagios;
Manual del Caballero Cristiano; Del Libre Albedrío. Erasmo no fue un hombre
de acción, sino de pensamiento. La elegancia y fluidez de su lenguaje latino le
hizo famoso y la imprenta contribuyó destacadamente a ello. Trató de armonizar
la fe cristiana con el mundo de la antigüedad clásica en la línea de un
humanismo cristiano. Pretendía una religiosidad depurada, abierta a todos los
estados, preocupada por los aspectos morales y alejada de rituales excesivos y
demasiado externos.
Otra figura singular será Juan Luis Vives, nacido en Valencia
en 1492. Vives publicó hasta 50 obras, que lo caracterizan como humanista
cristiano, filósofo antiescolástico y reformador social. Consideró que la
formación humanista exigía toda una nueva pedagogía que evitara los excesos de
la dialéctica.
Bibliografía:
Floristán, A. (2015): Historia Moderna Universal, Ariel, Madrid.
Ribot, L. (2017): La Edad Moderna (siglos XV-XVIII), Marcial Pons, Madrid.
Goetz, W. (dir.) (1969): " Tomo V: La revolución religiosa, la era de la Reforma y la Contrarreforma" en Historia Universal, Espasa-Calpe, Madrid.
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